martes, 10 de julio de 2012

Siempre formastes parte de mi vida, de mi círculo vicioso lleno de sonrisas, de botellas de ron y de zapatos de tacón desgastados de tanto bailar. Eramos esperanza, eternidad. Eramos ochos tumbados, noches sin dormir llenas de batallas de besos, que siempre decidia dejarte ganar. Me encantaban los amaneceres a tu lado, despertarme y abrazar tu infinita espalda, me encantaba cuando me besabas despacito, cuando olias a pasión y a tabaco barato. Nosotros conseguimos crear las historias más bonitas pero al final te rendistes, apartastes el amor de tu vida e hicistes que desapareciera, que se acabara. Dejastes que aprendiera a vivir sin ti, ahora no vuelvas.
Las cosas que amas, permanecen en tu corazón, y siempre las recordarás. Es como una especie de maldición, pero créeme que vale la pena. Porque cuando conoces al amor, es porque los momentos bonitos superan a los malos. Y en el amor, siempre te quedas con lo bueno. Y cuando lo recuerdes, lo recordarás como lo más maravilloso que tuviste: y sonreirás. Por eso, no te preocupes por nada: si tiene que pasar, va a pasar. Y si de verdad amas algo, lucha, lucha hasta el final. Y si no acaba bien es porque todavía no es el final. A veces, la última llave es la que abre la puerta.